ELLA...

Publicado en por Julian Cardozo

ELLA...

Inimaginable la capacidad del ser humano para encender los caprichos de su corazón, inimaginable es la desdicha de quienes lo padecen, inimaginable es la visión del hombre cuyo horizonte carece de final, predecible es el destino de todos.

El alba tan resplandeciente, tan inusual aquel día de invierno erróneamente pronosticado; mi mirada aun perdida en medio del despampanante destello del sol se dirigió al viejo catre de madera, sobre el reposaba un malgastado despertador, aquel bello regalo de mi padre pocas horas antes de morir, enseguida; maldije el día en el cual no había desechado la obsoleta maquina, aquel cautivante y ensordecedor chirrido de tres tiempos, se había enmudecido por completo; nuevamente llegaría tarde a mi dichoso trabajo. Traté de incorporarme de insofacto, pero mis piernas no resistieron mi liviano cuerpo, y mi cara, estaría al instante quebrada gracias al fulminante impacto sombre la parte anterior de mi cama……..

“Cómo olvidar la noche anterior, a pesar de la lúgubre frialdad del cielo y  las calles vacías de Albany, desee escapar de mi realidad y surcar a través de la avenida principal,  era bastante tarde, el crepúsculo aullaba en su clímax,  no deseaba más que huir de mi departamento ubicado en la calle Washington, edificio western tercer piso, a punto de clausurar, su estado era desagradable.  Tomé uso de mi chaqueta de pana, y mi billetera que contenía unos cuantos dólares; concebía la posibilidad de penetrar en algún bar nocturno, o simplemente deambular a través de mi conciencia mientras  recorría las calles una vez más.  BAXTER, resaltaban las amarillentas luces LED`s del primer bar que advertí sobre la calle Washington, a pesar del  penoso estado de abandono y suciedad, el cual pude predecir de acuerdo a su incipiente fachada me atreví a incorporarme al lugar, con el poco dinero que contaba, era inalcanzable encontrar un sitio mejor, además el frio de aquella noche se hizo tan agudo que no dudé  en buscar aquel lugar que me socorriera del inclemente clima.  Evidentemente no me había equivocado,  apenas unos pasos dentro  sentí un profundo olor nauseabundo, de hecho, en ese instante  desee olvidar mis esfuerzos por escapar de las cuatro paredes de departamento y  tratar de volver a él, pero algo me detuvo, algo que mi mente simplemente no es capaz de explicar.

Una vez sobre la barra de servicio, Carl así citaba una pequeña cinta laminada, prensada a la camisa del joven me preguntó.

-ya casi cerramos, ¿que desea  tomar?

Nunca imaginé, que los pocos minutos restantes para que BAXTER cerrara sus puertas, serian suficientes para que mi cuerpo palpitara de placer por primera vez, morara en el almíbar de la pasión  y se desencadenara lo inenarrable.

No supe que responder ante la pregunta, nunca había visitado un sitio como tal,  pero ante la necesidad de evadir mi desconocimiento, me aventuré a responder.

-cualquier cosa estaría bien--y entre susurros me dije-- Para esta noche, cualquier cosa estaría perfecta.

Una copa con un líquido amarillento a medio llenar, se posaba en frente mío, mi silencio enmudeció cualquier empeño por averiguar aquella sustancia, y con recelo fui acercándola poco a poco a mi boca.

-Al parecer no te ha gustado---musito una voz, desconocía su procedencia—Carl, lleva poco trabajando en este sitio y te ha servido el peor trago.

Aquella noche no anhelada entablar conversación alguna, deseaba permanecer en el anonimato, o sin ni siquiera advertir que gran parte de mi vida había estado  sumida en un abismal incognito existencia. Siempre procuré que mi presencia en cualquier lugar fuera nula, pero ya que me había dado la oportunidad de despejar mi mente, no me pareció pertinente liquidar la conversación. En medio de la obscuridad del lugar y la penumbra de mi mente, establecí la ubicación del sujeto

-Creo que conoces muy bien el lugar—creí responder con claridad, aunque mis palabras temblaban abismalmente—yo vengo por vez primera.

--ya lo he percatado, es la primera vez que veo a una mujer solitaria en este antro—su voz transmitía cierta seguridad que me tranquilizaba- mi nombre es Hub, médico del hospital central.

Sus últimas palabras me generaron cierta incredulidad, BAXTER, suponía era un sitio que albergaba almas solitarias, frustradas ante la sociedad y quizás mentalmente enfermas; Hub como decía llamarse, sospecho de mi escepticismo, mi razón no apetecía creer, y tal vez en su último intento por adosar una inocua conversación, reiteró.

--Tampoco me agrada este lugar, pero es el único sitio donde mi soledad, hace su mejor trabajo.

Sentí cierta compasión por las palabras de aquel sujeto, su caso posiblemente era mi caso y comprendía aquella situación; pero mi incredulidad permanecía  a flor de piel, no podía confiar en las palabras de un desconocido.

--Eres mèdico—respondì airadamente—debes estar rodeado de muchas personas.

--así es—respondió mientras bebía de su copa, a la vez que se dibujaba una leve expresión de amargura en su rostro, y después prosiguió—pero no soy feliz con las personas de mi entorno, o tal vez ellas no lo son con migo, mi soledad solo quiere hallar aquella alma primitiva, que sea capaz de sumergirse  en el idilio del amor, solo deseo un alma diferente al igual que yo.

Fue la  primera vez que pude ver su rostro por completa claridad, pero tan solo fue un instante,  la luz del escaparate receptora de los tragos que se repartían a las demás mesas, se encendió tenuemente, pero suficiente para apreciar el rostro de Hub, este era aun más bello que aquellas palabras que empezaban a envolverme poco a poco; la luz se apagó fugazmente, presumí debería estar averiada; bebí del liquido viscoso de mi copa y me dispuse a responder.

--Todos buscamos un alma gemela; desgraciadamente yo tampoco la he encontrado.

--Tal vez el destino asi lo ha premeditado—su mirada se clavo en mis ojos, mi corazón palpitaba aceleradamente- aunque solo nosotros somos capaces de burlarnos de él.

Tres escandalosos timbres sonaron secuencialmente; debido a mi perplejidad ante el asunto,  de la cual Hub se percató, este  con una sonrisa me explicó que el lugar ya iba a cerrar, mi noción del tiempo  se había fugado en medio de la al  parecer “cautivante” conversación; durante toda mi vida había carecido la oportunidad, de mediar palabra con un sujeto cuyas vidas se asemejaran.

Nuestras miradas comprendían que no deseaban dialogar, o tal vez no por el momento, pero ninguno de los dos premeditaba el segundo paso,  la incertidumbre diezma arraigadamente los deseos carnales, las mentes se nublan en medio de la penumbra del anhelo y solo el rose de dos cuerpos son capaces de encender la pasión; Las palabras sobran y los hechos se consuman tímidamente; o al menos así sucedió, cuando completamente solos en inmediaciones de mi habitación, fuimos solamente uno,  solamente uno haciendo el trabajo de dos, solamente uno dejando que el tiempo fluyera en su máximo éxtasis, solamente uno  extraviado en la lujuria de afrodita……”

…………El golpe había sido certero, no cabía duda alguna, pero gran sorpresa cuando el dolor no se hizo presente, mande mi mano directamente a mi cabeza, pero aun más desconcertante, la sangre fluía torrencialmente, ¿pero donde ha quedado el dolor; es parte esto de un sueño?, la imposibilidad de gritar, de articular cualquier palabra se apoderó de mí, no sentía mis manos, mi cuerpo, era como levitar en medio de mi habitación, el esfuerzo por levantarme del piso, en el cual me encontraba postrada fue parcialmente nulo, era una sensación aterradora, ¡evidentemente no se trataba de un sueño!, todo era tan real, tan real como aquella noche……!un momento! Donde está Hub?, tan solo recordar su nombre tranquilizaba mi angustia, tan solo recordar su rostro acaecía mi sufrimiento….

Allí estaba, asomándose a través de la puerta de la habitación, supongo escuchó el golpe y vino a auxiliarme, en su mano derecha sujetaba un periódico, su mano izquierda aferraba un espejo de grandes dimensiones, la expresión de su rostro no evidenciaba preocupación debido a mi estado, la singularidad de una sonrisa mostró sus blanquecinos dientes, primero arrojó el periódico a mis manos, no comprendía la poca gentileza, que me había demostrado tan solo una noche anterior, solo se digno a decir-

--Léelo.

Mis ojos exorbitados ante la consternación no pestañeaban, se trababa de un diario del 25 de febrero, supuse era un error editorial, no es posible que no haya recordado casi dos meses anteriores hasta aquella noche…para mí se trataba de la noche anterior, mi impulso por hablar nuevamente se vio diezmado, no sabía lo que ocurría; en ese instante de cólera, Hub aproximó el espejo a mi rostro….solo pude ver un rostro demacrado, lívido y perdido en medio de una mirada vacía, solo vi esto, porque mi vista no se atrevía a observar un detalle más, aquel “pormenor” fragmentaría cualquier visión, mi boca se había fundido en una innumerable cantidad de hilos plateados finamente cocidos, su textura era gruesa, impenetrable, sencillamente escalofriante…

J Cardozo

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B
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